Dique de defensa que resiste la crisis
La debacle económica de Estados Unidos y Europa precipitó una pérdida de reservas en países emergentes que han estado acumulando en cantidad durante años, precisamente para amortiguar shocks financieros externos. Sin pagos de deuda, Argentina tiene saldo positivo.
Por Tomás Lukin
En Argentina entre 2003 y 2010 las reservas pasaron de 14.000 a 52.000 millones de dólares y hoy se encuentran en 46.000 millones. Pese a lo que difunden analistas y economistas de la city respecto de que el país es uno de los pocos que está perdiendo reservas, ese retroceso se registra en muchos otros, incluso en potencias como China, Rusia y Brasil, debido a la crisis internacional. Desde hace varios años, la acumulación de reservas internacionales se ha transformado en una estrategia defensiva para ampliar los márgenes de respuesta de la política económica. Por eso, a lo largo de la última década se registró un sostenido incremento en las tenencias de reservas que superó el 150 por ciento en términos globales. Ese comportamiento estuvo motorizado por países asiáticos y latinoamericanos, que experimentaron crisis financieras desde fines de los ’90. En esos países el ritmo de crecimiento de esos stocks duplicó la media total. El atesoramiento de reservas en las bancas centrales facilita la administración del tipo de cambio, ofrece un autoaseguro frente a las corridas cambiarias y modificaciones súbitas en los flujos de capitales, reduce la vulnerabilidad externa, permite a los países contar con un prestamista de última instancia en moneda extranjera propio y disuade presiones devaluatorias y ataques especulativos.
Ese proceso de acumulación precipitó el debate sobre qué hacer con los fondos